miércoles, 5 de enero de 2011

El recto. Juan Ramón Jiménez



EL RECTO

Tenía la heroica manía bella de lo derecho, lo recto, lo cuadrado. Se pasaba el día poniendo bien, en exacta correspondencia de líneas, cuadros, muebles, alfombras, puertas, biombos. Su vida era un sufrimiento acerbo y una espantosa pérdida. Iba detrás de familiares y criados, ordenando paciente e impacientemente lo desordenado. Comprendía bien el cuento del que se sacó una muela sana de la derecha porque tuvo que sacarse una dañada de la izquierda.

Cuando se estaba muriendo, suplicaba a todos con voz débil que le pusieran exacta la cama en relación con la cómoda, el armario, los cuadros, las cajas de las medicinas.

Y cuando murió y lo enterraron, el enterrador le dejó torcida la caja de la tumba para siempre.



Tomado de Por favor, sea breve. Antología de relatos hiperbreves. Editorial Páginas de Espuma. Madrid, 2001.

sábado, 1 de enero de 2011

Tiempo de la siesta, poema de Eliseo Diego (De: Los días de tu vida)




TIEMPO DE LA SIESTA

Asurbanipal en su palacio
está leyendo un libro de aventuras
mientras dibuja entre los aires
un halcón su círculo de gritos
y pasa el tiempo, con la guardia, afuera.

Siente Asurbanipal que alguien lo mira,
ya vuelve la cabeza, el sol le corta
en dos la barba, en dos también el manto
y en dos el libro de aventuras mientras
Nínive truena, con el tiempo, afuera.

Pero antes de mirar a quien lo mira
deben pasar los días de aquel año,
los años de su vida más las vidas
de Ciro y Alejandro y Empédocles y Cristo
y el tiempo con las nubes, a toda prisa, afuera.

Al fondo de la estancia los leones
en naranja perpetúan su bostezo:
las baldosas siguen tan desnudas,
tan regias, tan asirias como siempre,
anticipando el tiempo y el desierto afuera.

Asurbanipal no ha visto a quien lo mira
desde un enjambre de islas increadas
y en una identidad de sol y tedio.
Temblando vuelve a su libro de aventuras
mientras el tiempo, cauto, se ensombrece afuera.


Tomado de: LOS DÍAS DE TU VIDA (Selección). Eliseo Diego (La Habana 1920- Ciudad de México 1994).

Pañuelos (De Historias de Cronopios y de Famas) Julio Cortázar.




Pañuelos

Um fama es muy rico y tiene sirvienta. Este fama usa un pañuelo y lo tira al cesto de los papeles. Usa otro, y lo tira al cesto. Va tirando al cesto todos los pañuelos usados. Cuando se le acaban, compra otra caja.

La sirvienta recoge los pañuelos y los guarda para ella. Como está muy sorprendida por la conducta del fama, un día no puede contenerse y le pregunta si verdaderamente los pañuelos son para tirar.

-Gran idiota -dice el fama-, no había que preguntar. Desde ahora lavarás mis pañuelos y yo ahorraré dinero.

Tomado de Julio Cortázar. Historias de Cronopios y de Famas. Ediciones Minotauro. Buenos Aires, Argentina, 1979.

Harto. Thomas Bernhard (De El Imitador de voces)



Harto

Un padre de familia, que fue conocido y querido durante decenios por su, así llamado, extraordinario sentido familiar y que un sábado por la tarde, aunque verdad es que con un tiempo francamente sofocante, mató a cuatro de sus seis hijos, se disculpó ante el tribunal diciendo que, de pronto, se había sentido harto de sus hijos.

Thomas Bernhard, dramaturgo, narrador y poeta austriaco (1931-1989).

Tomado de Material de Lectura N# 85 Thomas Bernhard.UNAM. Coordinación de Difusión Cultural. Dirección de Literatura. México, 2010.

Fines científicos. Thomas Bernhard (De El Imitador de voces).




FINES CIENTÍFICOS

Un peluquero que se volvió loco de pronto y, en su salón de Londres, le cortó la cabeza con una navaja a un duque, al parecer perteneciente a la familia real, y que está ahora en el manicomio de Reading, que fue en otro tiempo la famosa cárcel de Reading, se ha manifestado dispuesto, al parecer, a legar su cabeza para fines científicos que, en su opinión, serán premiados en ocho o diez años al menos, por la Academia de Estocolmo, con el premio Nobel.

Thomas Bernhard, dramaturgo, narrador y poeta austriaco (1931-1989).

Tomado de Material de Lectura N# 85 Thomas Bernhard.UNAM. Coordinación de Difusión Cultural. Dirección de Literatura. México, 2010.

Una pequeña fábula. Franz Kafka.




UNA PEQUEÑA FÁBULA


¡Ay! -dijo el ratón-. El mundo se hace cada día más pequeño. Al principio era tan grande que le tenía miedo. Corría y corría y por cierto que me alegraba ver esos muros, a diestra y siniestra, en la distancia. Pero esas paredes se estrechan tan rápido que me encuentro en el último cuarto y ahí en el rincón está la trampa sobre la cual debo pasar.

-Todo lo que debes hacer es cambiar de rumbo -dijo el gato... y se lo comió.

Tomado de: http://www.ciudadseva.com/textos/cuentos/euro/kafka/pequenya.htm

Franz Kafka
Escritor en lengua alemana, nacido en Praga, 1883-1924.

Lectora: Milka García.

Enxiemplo. Miguel Gomes




ENXIEMPLO
De Visión memorable, Fundarte, Caracas, 1987.


Una hebra de su camisa fue atrapada por la puerta del vagón.

El tren comenzó a alejarse.

La estación del Metro totalmente desierta.

Un repentino tirón en su hombro lo hizo caer. Aturdido aún por la sorpresa, quiso levantarse, pero no pudo mantener el equilibrio.

Nadie que lo ayudase. Su ropa no tardó en desaparecer.

Durante algunos segundos, llenos sólo de silencio, pensó que todo había acabado. Pero entonces el hilo llegó a ese sitio oscuro en que la carne y la tela se confundían.

Un grito. ¿Fue suyo?

Insensible ya, partió tras el tren, deshilvanado rápida y minuciosamente.

Quizás lo último que intentó fue alcanzar las escaleras de la estación.

Jamás lo haría. De él sólo restaba la presencia incierta de todo lo que había sido.


Miguel Gomes
Escritor, traductor, ensayista y crítico venezolano, (Caracas, 1964).

Lectora: Milka García.

Platero y yo. Juan Ramón Jiménez. (Fragmento)



I
PLATERO

Platero es pequeño, peludo, suave; tan blando por fuera, que se diría todo de algodón, que no lleva huesos. Sólo los espejos de azabache de sus ojos son duros cual dos escarabajos de cristal negro.

Lo dejo suelto, y se va al prado, y acaricia tibiamente con su hocico, rozándolas apenas, las florecillas rosas, celestes y gualdas… Lo llamo dulcemente: “¿Platero?”, y viene a mí con un trotecillo alegre que parece que se ríe, en no sé qué cascabeleo ideal…

Come cuanto le doy. Le gustan las naranjas, mandarinas, las uvas moscateles, todas de ámbar, los higos morados, con su cristalina gotita de miel…

Es tierno y mimoso igual que un niño, que una niña…; pero fuerte y seco por dentro, como de piedra. Cuando paso sobre él, los domingos, por las últimas callejas del pueblo, los hombres del campo, vestidos de limpio y despaciosos, se quedan mirándolo:

- Tien’ asero…

Tiene acero. Acero y plata de luna, al mismo tiempo.


De Platero y yo, (1917): 2006. Espasa Calpe, edición conmemorativa con ilustraciones de Fernando Marco.

Leído por: Milka García.