lunes, 15 de noviembre de 2010

Confusión de patas. María Granata




Confusión de patas

María Granata


En el bosque se anunció una fiesta con tantas lamparitas encendidas, que concurrieron todos los animales, hasta los invisibles, esos que caben millones de veces en un mosquito.

Como había muchos juegos y rifas, pronto se produjo una gran aglomeración; cada animal quería jugar y ganar premios, de modo que la aglomeración se hizo cada vez más cerrada, tanto que hasta los invisibles quedaron apretados. Parecía que todos los animales del mundo se habían juntado allí. Y cuando alguno ganaba un premio la aglomeración se movía de un lado a otro porque todos querían ver, y daba la impresión de ser una marea, en realidad, un remolino de orejas, cuernos, hocicos, plumas, colas, pescuezos...

Y a medianoche se apagaron las lamparitas: la fiesta había terminado, pero todos tardaron horas y horas en poder salir.

Aún no había amanecido, y ni bien echaron a andar, se sobresaltaron: el tigre no entendía cómo su cuerpo casi estaba tocando el suelo, hasta que vio que sus patas eran de tortuga; un cisne comprobó que se había vuelto cuadrúpedo; el elefante, en cambio, se caía porque sus patas eran solamente dos, de ave zancuda: las suyas habían ido a parar al cuerpo de una cabra que no conseguía dar un solo paso; las de un ciempiés, a un gato montés; las de un gallo, a un zorrino; una cebra tenía tres patas cortas y una larga, y lo peor le ocurrió a un jabalí, que se vio con siete y todas de diferentes animales.

Todos tenían las patas cambiadas por culpa de la aglomeración, menos los invisibles que sólo tenían cambiados algunos de los puntitos de que están hechos.

Con la primera luz del día se puso en claro la situación: las protestas, los reclamos, las devoluciones duraron tanto que se necesitó un mes para que las patas de cada uno estuvieran en su lugar.


Tomado de 100 cuentos de María Granata para leer antes de dormir. Editorial Sigmar. Buenos Aires, Argentina. 2004.

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